Centros comerciales y perros. Como es habitual, en cuanto mezclamos lugares para humanos y animales, la polémica está servida.
Hacía mucho tiempo, incluso años que no recordaba lo mal que caen los perros al ser humano en general... a pesar de vanagloriarnos de que son nuestros mejores amigos.
Eso sí, en cuanto te cruzas con un vecino, un conocido, simpatizante o defensor de perros, todos se acuerdan de la misma frase... ¡Hay que mono!, ¿Cómo se llama?...
Pero claro, ir a pasear con tu querido animal a un centro comercial por la zona de tiendas, zonas genéricas donde pasea todo cristo (léase mayoritariamente gente aburrida, carteristas y apáticos) y en días de lluvia, pues parece ser que no está permitido. Y lo digo así por que en la entrada del Centro comercial habitual, ya nos avisan con una pegatina tipo señal de tráfico de que los perros no pueden pasar, y para colmo si infringes el aviso, serás advertido por el guardia de seguridad de turno en cumplimiento de la gran normativa de seguridad e higiene del establecimiento.
Digo higiene, por que parece ser que los perros que solemos llevar la gente que queremos a nuestros animales van llenos de parásitos, pústulas sanguinolentas, prurito y algún que otro quiste hidatídico oculto...
Decirle a los señores higiénicos de esos centros comerciales que son capaces de prohibir la entrada a perros, que se den una vuelta por los servicios de su establecimiento, que pasen su dedito por el borde de esas grandes papeleras que lucen con orgullo, que se asomen a las estanterías de los yogures y sobre todo que se arrodillen ante el dedo de grasa que cubre el suelo de sus magníficos jamones.
Afortunadamente, no todos los centros comerciales presumen de esa higiene mental.